No se puede decir. No se puede.
Pero, se puede pensar.
Y lo pienso o lo recuerdo;
lo mezclo en un tiempo revuelto,
en el que hoy y mañana
se confunden, y me quitan
la respiración. No se puede.
Pero, mi creencia necesita…
Puede no necesitar.
Puede no ser creencia.
O puede no ser mía.
Pero, puede;
siempre puede.
Y sólo necesita un sí.
Aunque no se puede decir,
porque sólo yo lo creo.
Me dolerá la lengua
diciendo sí, una y otra vez.
Recordando lo que llegará,
tan real que parece que es hoy.
En la mirada, en las manos,
en el cuerpo… ¡Sí, sí, sí!
Y esa sed desesperada
por alcanzar lo que pienso;
esa sed que me destroza
el ritmo, la paz, la sonrisa…
Si es algo deseado,
¿por qué provoca esta angustia?
Porque puede… pero, no se puede.