No sé si te habrás dado cuenta de que en muchos de mis poemas hablo de desconcierto, confusión, de falta de claridad, de incomprensión. Incluso de confusión entre los sentidos y las emociones. Y en las reflexiones aparecen muchas ideas sensoriales o emocionales. Se me mezcla un poco todo.
A menudo dudo de la categoría en la que meterlos, porque no me queda muy claro a mí misma a qué área pertenece.
Quizá te sorprenda. Posiblemente esto no te suceda a ti.
Es el momento de explicar algo fundamental para que pueda entenderse mi manera de escribir. Y lo fundamental es el término NEURODIVERGENCIA (aunque, para mi paz interior, tengo que añadirle el de Doble excepcionalidad, que no voy a explicar ahora).
Yo lo descubrí hace muy poquito, hace menos de un año. Y es para mí uno de los puntos fuertes del año que acaba de terminar, algo que hubiera incluido en un ritual de agradecimiento o de revisión del año: El descubrimiento del concepto de neurodivergencia y reconocerme en él.
¿Qué significa? Que el procesamiento mental, la manera en que procesas la información y generas pensamientos, es diferente al de la mayoría. Hay muchos tipos de neurodivergencia. A la mía todavía la estoy observando y dándole permiso para manifestarse sin juzgarme, sin limitarme demasiado, y sin culpabilizarme.
Mi neurodivergencia en algunos aspectos es una maravilla. Doy gracias por este regalazo, pues me permite sentir con mucha intensidad, notar de manera sensoria con más detalle e intensidad que la mayoría (pocas veces la experiencia es negativa en este sentido, porque hace tiempo que evito lo desagradable, aún sin saber de mi condición neurodivergente); lo mismo sucede con las emociones (lo que no siempre es tan agradable), que han sido bastante montaña rusa durante muchos años; y ahora también, pero con algo menos de frecuencia y un poco más de comprensión y preparación mental por mi parte. La parte mental voy a resumirla en que tengo muchas áreas de interés, mucha capacidad para buscar conexiones, y una necesidad imperiosa de ENTENDER, lo que hace que prácticamente nunca sienta aburrimiento (pero, sí estrés y frustración…)
Todo eso puede sonar incluso bonito, si quitas las pinceladas de «noloveastanrosa» que ya he dado. Pero, tiene varias partes negativas o limitantes, que no se suelen contar (cada vez se hace más, afortunadamente).
Una de ellas es la sensación de ser diferente, que va cambiando de intensidad y de manifestación a lo largo de los años. Sorpresa, incomprensión, enfado, tristeza, aislamiento, soledad, desconcierto… Las nombraba al comienzo de este texto, por estar tan presentes en mis poemas. ¿Me entienden los demás? ¿Y yo les entiendo a ellos?
Tengo mucha empatía, y puedo comprender bien a las personas, pero me cuesta acordarme de que no piensan ni sienten como yo, que tienen intereses diferentes a los míos. Me cuesta aceptar el mal comportamiento intencionado, y la falta de implicación emocional (que yo no puedo evitar), y las burlas maliciosas, y los conflictos y desacuerdos que se dejan SIN HABLAR, sin solucionar… Yo tengo que solucionar las cosas, y tengo que hablarlo cuanto antes para solucionarlo y no estar días, semanas, meses… dándole vueltas para entender qué ha pasado. Necesito entender. Y necesito solucionar. Y pasa mucho, mucho tiempo antes de que tire la toalla en una relación (familiar, de amistad o de pareja), antes de que asuma que no puedo, de verdad, que es imposible solucionarlo. Si queda una pequeña posibilidad, seguiré intentándolo… Soy terca, o tenaz; según se mire.
Pero esto me puede agotar emocional y mentalmente.
Esta es la parte fundamental de la parte negativa o limitante: EL AGOTAMIENTO. La intensidad sensorial, emocional y mental agota. Y necesito retirarme a recomponerme, con bastante frecuencia. Más de lo que quizá pueda parecer a la mayoría como normal. Será frecuente que diga que no a algunas reuniones sociales, o que si voy esté un poco ausente, o que caiga «enferma» después de haber forzado mi «sistema» por no respetar mi necesidad de RETIRO a tiempo.
No soy insociable. Me gusta y necesito la compañía, los afectos, sentirme arropada (pero, es difícil sentirse arropada cuando te sientes incomprendida y juzgada). Me encanta tener buenas conversaciones, bromear y jugar (sí, soy un poco como una cría en este aspecto, y no quiero cambiarlo) junto a otras personas; no tiene sentido esto en soledad, ¿verdad? Pero, en los momentos, frecuentes, de agotamiento, necesito retirarme, no puedo estar disponible para todas las exigencias sociales. No puedo controlar del todo cuándo voy a estar agotada, y puede coincidir con un evento programado por algún amigo o familiar, o con un evento de trabajo (esto me aterra, porque aquí sí que no podría pedir adaptación a mi condición, y el desastre puede llegar a ser importante si tengo un »burn out» ese día).
Esto es lo más limitante, por la incomprensión social. Antes de conocer la palabra «neurodivergente», me sentía muy culpable. Me creía simplemente floja, débil, incluso insociable… Las etiquetas de «demasiado sensible», «rara» me han llovido desde pequeña. La tristeza, la depresión han sido un lastre toda mi vida, sólo porque NO PODÍA seguir el ritmo de los demás, y porque los demás (al menos los que me rodeaban) no podían sentir la vida como yo y respetarme.
Otra limitación de la que puedo hablar es el desorden mental, derivado de la cantidad de intereses diferentes que tengo. NO HAY TIEMPO SUFICIENTE EN EL DÍA, en la vida, para atender a todo lo que quiero saber, hacer, leer, escribir, escuchar, ver, aprender, vivir… Y menos si le añades las tediosas responsabilidades rutinarias hogareñas 😦 que HAY QUE hacer. El caos se puede adueñar de mí, el estrés, la angustia… y un nuevo burn out asoma por la puerta… Y la sensación de inutilidad y la frustración más absoluta.
La última limitación que voy a nombrar es la más extraña de todas. ¿Cómo puedo comprender a la perfección las emociones de alguien que tengo delante, saber cómo se siente sin que diga nada, saber sus necesidades sin que lo pida, notar su energía con absoluta claridad, comprenderle cuando se explica… y no enterarme de ciertas situaciones, no entender algunas conversaciones, no ver segundas intenciones, no darme cuenta del interés o desinterés que pueda despertar yo en otros? ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo puedo percibir de más y de menos a la vez?
Cuando me descubro en una de estas situaciones de no enterarme, me siento estúpida, absolutamente estúpida. ¿Pero, cómo te han engañado otra vez? ¿Cómo no te has dado cuenta? ¿Cómo no has entendido lo que todos han entendido a la primera? ¿Cómo se han aprovechado de ti otra vez? Ingenua, inocente… TONTA. Y caída emocional con «bloqueo de pantalla». Es una sensación de disonancia cognitiva muy, muy desagradable, de estar completamente PERDIDA. Junto con la de querer desaparecer, las peores.
Creo que así se puede entender por qué con tanta frecuencia mis poemas hablan justo de estas sensaciones. Desconcierto, confusión, falta de claridad e incomprensión.