Le miras a los ojos
y no oyes nada;
está vacío.
¿Has traído hoy
tu corazón,
o sólo el hielo?
Le gusta jugar,
como juega un gato
con su presa.
Te da la mano.
Notas sus escamas,
¡y no huyes!
Has encontrado el fuego
entre sus labios.
Has ardido
apretando sus brazos.
Has huído
de todas las alertas.
Has cerrado los ojos
absorta en el calor…
Sólo hay sangre
a galope volador.
¿Y aún te preguntas
por qué duele?
Tus lágrimas te miran
desde tu vientre.
En los dedos tienes sal
de hundirte en su playa,
en su boca,
en su pecho,
en su espalda,
donde dormirías
cuando trae el corazón.
Pero, ya se ha ido.
Ha vuelto a la razón.
Y te quedas de espaldas
con la piel preguntando…
Y tú sin respuesta.
Es el hielo, pequeño ratón,
el vacío.
Parecía un dragón,
pero está vacío…
Deberías huir,
pero te quedas
en el hueco que ha dejado,
respirando,
buscando,
anhelando.
Tus caderas te preguntan.
Sí. Yo soy su vacío.