Cuando sabes que eres nada en el jardín en el que te ha tocado vivir. Polvo.

Hoy es día de tortuga: Caparazón y coraza.

Dejadme sola o traedme vuestro lado más suave. No quiero ver la sangre, las piedras, los puños. No quiero ver a nadie. Quiero hundirme, caerme en el agujero de gusano que me transporte hasta un abrazo, un beso, sin palabras que destrocen lo único necesario.

No sé si son mis pétalos o mis espinas, pero algo me molesta al respirar. No soy la flor más hermosa. A veces, ni siquiera soy flor… Hoy soy raíz, y quiero tierra oscura que cubra mi existencia. Dejadme hundirme. Dejad que cedan mis piernas y me caiga.

Estáis por todos lados, sin ojos, sin corazón, sin manos. Todo zarpas. Hoy no tengo el cuerpo para llagas, ni el tallo tiene ganas de crecer. Sólo quiero mirar mi oscuridad. Ni siquiera mirarla… sólo acompañarla, bebiendo un trago amargo de su copa, quemándome por dentro, temblando de frío.

Hoy es día de llorar toda la rabia que he callado en la semana, en la vida, la mezquindad, la indiferencia, el uso, mi propia cobardía e ignorancia, mi falta de recursos.

Soy polvo en una alfombra donde se limpia los pies un dios sarcástico, inmaduro y sin alma. Me ha dejado sola en un jardín sin agua.

Hoy busco un pozo, aunque esté seco, para arrojarme a desgarrar cada uno de mis deseos y dejarlos secarse a la intemperie. ¡Pudríos, embusteros!

Cuando no crece, cuando no nace, cuando no alcanza al sol o alguna orilla, cuando no hay un final al otro lado de este viaje, ¿para qué arrastrarse? Que sea el pozo mi coraza, donde la carne de mi fragilidad se esconda, mientras no sea el propio dios quien me ataque desde el aire.

Hoy necesito una madre que me cante cualquier canción sin palabras (que lo dicho lo estropea). Dulce, suave, melodiosa… Me meceré entre mis brazos. Deja que me balancee un rato, que enmudezca, que desaparezca, que me caiga en mi nada y no en la tuya…

Hoy soy nada. Nada. Bailando sobre el polvo sarcástico de un mundo equivocado. ¿Qué hago aquí?

Deja un comentario