AQUÍ ESTÁ EL PRIMER RETO SACADO DEL SISTEMA QUE PRESENTÉ EN INSTAGRAM (tenéis el enlace justo debajo, para ver en qué consiste).

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EL RETO DE ESTA SEMANA TENÍA UN ESCENARIO OBLIGADO (CARTAGENA) Y DEBÍA INCLUIR UNA DESCRIPCIÓN.

OS DEJO, COMO SIEMPRE, EL AUDIO Y EL TEXTO ESCRITO.

ENDOPLANETA

Ella había aceptado finalmente. «Te recogeré en la estación a las cuatro».

Su viaje habría sido un poco pesado, y aunque no pensaba llevar demasiadas cosas, había añadido algunos «porsiacasos» de última hora que hicieron más voluminoso e incómodo de transportar su equipaje. Sólo por si acaso fuera algo más que un fin de semana.

Le había prometido que visitarían el Teatro Romano y la Casa de la Fortuna, que pasearían por el puerto al anochecer y cenarían cerca del Foro. Y después le preguntó si quería ir al hotel o a su casa. Ella habría tardado un poco más de tiempo en responder de lo que él esperaba y por eso precipitó la siguiente pregunta: «¿Por qué has venido?»

Ella se tomaba su tiempo. Sonreía, agitaba los hielos de la copa, pensaba. Pensaba en lo más cercano a la verdad que pudiera conocer de sí misma y que pudiera decir con claridad.

«A tu casa». Él suspiró y casi se olvidó de la segunda pregunta. Ella seguía agitando los hielos y contemplaba absorta su movimiento. Parecía adormilada, quizá por el cansancio, quizá por la copa. Alzó los ojos y se cruzó con los de él. Se miraron en silencio mucho rato, sin palabras ni gestos, sólo dejando ahondar una mirada dentro de la otra, sosteniéndose, como si se conociesen desde hacía décadas.

Pero, no habría tanto contenido que compartir en aquel silencio, sólo preguntas.

«Por tu dibujo» -dijo con suavidad adormecida. Él interrogó con las cejas.

>>Te pedí que acercaras la cámara hace un par de semanas, porque siempre lo veo detrás de ti cuando hablamos y sentía curiosidad. Es cierto que me has enseñado tantos dibujos durante este tiempo que mi respuesta suena imprecisa, ¿verdad?

>>Me gusta el orden de tu escritorio, siempre diáfano y con todo el material a mano y clasificado. Eres cuidadoso. Me encanta la luz natural que entra por ese balconcillo de tu habitación, sin cortinas, y el murmullo de la calle que se oye cuando lo tienes abierto. Y las dos pequeñas plantas que te he visto regar y podar de manera automática mientras hablábamos. Tienes esos cuidados integrados en tus movimientos allí dentro, en tu habitación.

>>Me gusta ver al fondo, detrás de ti, la estantería llena de libros, cuadernos, carpetas, pinceles y botes de pinturas. Me gusta cuando, en medio de una conversación, te das la vuelta sobre tu silla y coges algo de la estantería para mostrármelo. Sabes dónde está exactamente lo que me quieres mostrar. Lo coges, lo acercas con cuidado a la cámara, evitando que se desenfoque o que haya brillos.

>>Me gusta verte dibujar y, sobre todo, me gusta verte aplicar el color. Es relajante. No. Es… nutritivo. Y todo eso me gusta desde el otro lado de la pantalla, desde mi casa, desde mi propia habitación -se tomó una pausa para beber un trago frío de la copa.

>>Me gusta todo ese batiburrillo de cosas, medio iluminadas, medio ensombrecidas. Me gusta la ausencia de ruidos fuertes mientras conversamos. La mezcla de botecitos de plástico, metal, madera, cristal, de tamaños cada vez más diminutos. Siempre imagino que tienen fuertes olores ¡y abro mi ventana! -se rió con suavidad brevemente.

>>Me gusta el lápiz que usas para tomar notas y esbozos mientras te leo mis textos. Me gusta lo suavemente que lo deslizas por el papel, casi sin presión, y aparecen las formas, los contornos, los rostros que antes sólo vagaban por mi cabeza. Me parece mágico -volvía a agitar los hielos, mirando hacia abajo, como si de pronto sintiese timidez.

>>Todo me parecía algo lejano, inaccesible, a pesar de verlo y formar parte de mi entorno visual tantas veces, con tantas videollamadas. Era como de otra galaxia. Entonces te pedí que acercaras la cámara al dibujo de detrás. «¿Qué es?», te pregunté. Y tú dijiste: «571-/9A, el exoplaneta de la canción de Arde Bogotá. ¿La conoces?» Yo no la conocía y la pusiste para que sonase mientras me acercabas los ojos a más detalles de tu galaxia. Tinta, acuarela, salpicaduras de pintura acrílica, algo metalizado, lápices creando texturas… ¡Tenía tanta profundidad, tantos detalles sacados con el simple color…! Fue como ampliar una foto con los dedos y descubrir que el nivel de detalle mejoraba la comprensión, en lugar de difuminarla. Las tierras, las rocas, los líquidos, los vapores, los remolinos de vientos… Casi se podía respirar la atmósfera.

>>Me quedé pensando en tu exoplaneta durante días. Entonces volviste a decirme que tenía que venir a Cartagena y trabajar en el proyecto en directo, sin pantallas, juntos, mano a mano. Y me mareé, sentí vértigo. Sentía que era como viajar al espacio… entre galaxias. Se me hacían pliegues de conceptos extraños en la cabeza: Tu exoplaneta estaba metido en un endo-planeta, tu universo. Y mis criaturas nacían allí… con la vista de 571-/9A en el cielo abarrotado de tu habitación, en la atmósfera sintética de tus pinturas y disolventes -volvió a dar un pequeño trago.

>>Tu exoplaneta me hizo desear estar presente en tu endoplaneta -suspiró ella y volvió a mirarle a los ojos.

Después de eso, él le diría que debía estar cansada por el viaje. Ella asentiría.

__¿Quieres aterrizar?

__Puedo intentarlo. He perdido la habilidad, pero puedo intentarlo.

Y después irían caminando, acercándose poco a poco, hasta entrelazar las manos.

Sería una noche templada, calmada, con una ligera brisa que erizó la piel de ella lo justo para servir de excusa para ofrecer un abrazo; y el abrazo como excusa para deslizarse hacia un beso.

__ Me mareo -dijo ella.

__Es la gravedad -dijo él.

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