Aquí está el segundo reto sacado de mi sistema particular. En este caso se trataba de escribir un microrrelato (no más de una página), con una frase de comienzo fija. La frase de comienzo salió de Daniel Millán López, que me complicó la vida con la Historia que publicó el Domingo 21 de Enero a las 9:53.
La frase de comienzo era:
<<¿¿¿¿Por qué???? Porque ha entendido cómo procesa y qué necesita.>>
Dejo por aquí, en orden: el audio del relato, el relato y un audio con un breve «making of» del relato.
____________________
¿¿¿¿Por qué???? Porque ha entendido cómo procesa y qué necesita, después de estudiar a fondo, durante meses, su historial; después de hablar con él en las sesiones de tratamiento penitenciario obligatorio, tras las que firmará su capacitación para la reinserción, aún a sabiendas de que nunca lo cumplirá.
Ella ha entendido cómo funciona su mente psicópata. Y en el camino de ese entendimiento, ha ido cambiando sus propios procesos de pensamiento, ha ido descubriendo sus propias oscuras necesidades. Se ha ido transformando en algo similar a él.
Observando los caminos torcidos de su pensamiento, descubrió los suyos propios. ¿Se sorprendió? Bueno, no tanto de descubrirlos, sino de encontrarse mirándolos cara a cara sin disfrazarlos, sin excusarlos. Ella podía haberse sentido culpable cuando reconoció haber dañado intencionadamente, pero no lo hizo. En lugar de eso, decidió seguir observando, porque sabía que aquello sólo eran los primeros pasos en el descenso a sus profundidades y quería llegar al fondo de sí misma.
¿Por qué no quiso llamarlo maldad? Porque todavía no había enfrentado con el mundo material lo observado. Todavía eran sólo ideas y pensamientos, o recuerdos borrosos de actos negados o blanqueados por un discurso externo e interno de condescendencia y candidez: «Sólo fue una vez… Era sólo una cría… ¿Cómo iba a imaginar…? No sabía que estaba mal…»
Pero ella lo vio. Entendió los procesos detrás de sus discursos. Los procesos ocultos, pero germinales, que habían construido cada uno de aquellos actos. Y era maldad. La misma maldad que en él.
Lo vio, lo entendió, lo respiró… y continuó. Porque faltaba aún una etapa por transitar. Faltaba entender que había una necesidad por satisfacer, por o para su maldad.
Y eso le ha traído hasta aquí, hasta hoy, hasta este instante, cuando te tiene delante y te mira. Te somete a su mirada. Y tú no sabes, no entiendes todo lo que hay en la parte más inaccesible de eso que estás confundiendo con una sonrisa.
Ella te desprecia por el simple hecho de que puede engañarte con demasiada facilidad, y sabe que tiene la posibilidad de quitar de en medio todo lo despreciable, porque sabe muchas maneras de hacerlo. Es capaz de pensar en ellas sin incomodarse. Y sabe que ahora tiene una necesidad. Necesita comprobar que la posibilidad puede ejecutarse. Y su experiencia consigo misma, más lo aprendido mientras le trataba a él, le han servido de práctica necesaria para evitar las consecuencias. Si se convenció a sí misma de ser buena, puede… «Puedo engañar a todos». La duda le corroe, le motiva, le enardece.
Todo eso lo sabe ella y tú no.
Tú, sentado frente a ella, creyendo en la honradez de su aspecto, creyendo en la inocuidad de su sonrisa. Pero, lo cierto es que nadie sabe que has venido, nadie sabe dónde estás, nadie sabe con quién te has ido. Y quien menos, tú.