Me volví loca. Y ahora hay alguien aquí dentro mandándome callar, diciéndome que me quede sentada, castigada, mirando cómo deja pasar el tiempo, mi tiempo, sin explicaciones, sin razonamientos, sin escuchar nada de lo que tenga que decirle. Aunque, es cierto que ahora mismo no sabría qué decirle. Esa otra me sujeta, para que le deje continuar en movimiento. Un movimiento hacia ninguna parte, que nos mantiene en un presente constante, inmóvil, de colores chillones o grises, dependiendo de una climatología aleatoria, impredecible, que creo que también sale de alguna otra personalidad alojada en mí.

Una personalidad climática errática. Una personalidad autoritaria y represiva, pero activa. Una personalidad paralizada y muda, arrinconada en un pequeño hueco de mi alma, en un hueco, en algo hueco dentro de mí… Una personalidad flotante, casi externa, que sólo consigue observar, que sólo sirve para observar, sin llegar a conclusiones, sin aportar soluciones… Una personalidad acusadora, con un rígido dedo índice que se clava como un maldito puñal en el pecho, casi llegando al hueco, a lo hueco… y con una mirada dura, mordiente, que pone una marcha más en la actividad de la autoritaria.

Y yo… Yo no sé qué decir. Las miro a todas y quisiera echarlas. Pero, es que ya no sé quién soy yo y me da miedo quedarme a solas conmigo. Sólo yo. Con ese hueco dentro. Con todas esas salas y miradores, donde la climatología de mis sentimientos se refugia, se guarda, y que yo no sé limpiar, ni recoger, ni ordenar… Tengo miedo de ese hueco por el que puede caerse todo al vacío. Porque al fondo de ese hueco está el vacío, el de siempre, el que me espera en cada pequeña rotura, en cada abandono, en cada encuentro con la nada, con los nadie, con lo desolador e incomprensible. Ese horrible hueco…

Por eso me manda callar, para no oír hablar del hueco y del vacío. No lo diré, pero lo miraré de reojo, para que el movimiento inútil no nos lleve disimuladamente hacia allí. Me callaré, pero estaré secretamente pendiente de evitarlo, desde el rincón mudo. Y aguantaré las injustas acusaciones del dedo acusador, las órdenes represivas y la inútil flotación. Todo. Esperando recuperar mi identidad, la verdadera, la que teme al vacío, para saber qué hacer, cómo vivir, cómo sentir sin miedo… Cómo ser sin miedo.

Me encantaría volver a ser yo…

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