Voy y vengo, mi niña,
entre el miedo y la voluntad,
entre el no y el sí.
Incapaz de cruzar
el umbral de lo inestable.
Lo soy…
y me disgusta, me duele, me frustra y me enfurece.
En los pequeños pasos soy inestable,
como si mis pies fueran resbaladizos,
o de bizcocho,
o diminutos…
Me giro y miro el camino.
Está ahí.
Lo he recorrido y
estoy aquí…
No hay un abismo, hay
un camino.
Tortuoso, complejo, enramado,
lleno de conexiones inesperadas.
Pero está ahí detrás,
trazado y construido hasta hoy.
Caminado por estos pies de bizcocho
que no se atreven,
que dudan,
que se sienten
demasiado solos para creer
a diario en su capacidad.
Caminado,
entre el no y el sí.
Ahora no, pero después sí.
Por aquí no, pero por aquí sí.
De este modo no, pero de este sí…
Vengo, mi niña,
y voy.