No tengo letras ni sonidos, todos se han dormido; y el camino sigue, intrigado por el ahora y el después. No he recogido los frutos, se quedaron colgando, estancados en un árbol de desconocimientos y mentiras, mientras el viento cantaba, cómplice, todas las verdades en un silencio iracundo. El viento y las noches lo sabían…
Marioneta