Tengo que aparcar a un lado todos vuestros pedestales; la manguera con que riego cada día los jardines ajenos, donde no sé si hay semillas, y donde tantas flores se han secado y arrancado.

Necesito recargarme de mí misma; dejar de regalar gratuitamente los nutrientes que yo misma necesito. Quiero seguir creciendo, quiero seguir subiendo mi propia montaña. Quiero estar. Sin cuevas, sin disfraces, sin sombras. A mi manera, sea o no la del mundo.

El mundo me da igual, no es mi objetivo. Sólo he de subir mi montaña. Y se quedan aparcados los huérfanos de otras madres que secan y arrancan flores con tanta facilidad…

No me busquéis, ya no tengo agua. Ya no doy mi perfume a quien no supo olerlo, a quien lo confundió con alimento.