Me tuviste en tus manos
y no me sujetaste.
Viste mi dolor
y lo ignoraste.
Si mi corazón se rinde
y deja de latir,
tú serás culpable.
Culpable de abandono
y de desamor.
Culpable, no en la Tierra,
sino en el alma.
No tuviste reparo
en cargar sobre mis hombros
tus incapacidades
y tus comodidades.
Que fuese capaz de soportarlo
no lo hacía justo,
ni lo convirtió en obligación.
Si mi corazón no soporta
el sobresfuerzo,
tú serás culpable.
Culpable del abuso
y de desamor.
Culpable, no en la Tierra,
sino en el alma,
donde nada se puede negar.
Miraste para otro lado,
te desentendiste cuando
dejó de ser conveniente para ti.
Te dio igual mi soledad.
Te reíste de mi incapacidad,
me juzgaste débil
o incluso problemática,
después de tu uso,
cuando ya sólo podía
pedir descanso…
Si mi corazón abandona
y se apaga,
tú serás culpable.
Tú serás culpable
allí donde no puede ocultarse.
Y hoy, aquí,
antes de que suceda,
ya eres culpable,
porque todo ya sucedió.
Y aunque no esté muerto,
está roto y dolido.
Y de eso,
tú eres culpable.
(A todos vosotros.)
A veces la cruz que cargamos pesa tanto que no tenemos ni la perspicacia de prestarle atención a un poema, que es un corazón hecho palabras por escrito con todo lo que eso cuesta.
Hacemos sufrir, aún sin querer, por ineptos y por diversas cuestiones. Y sufrimos por imbecilidad y por otros asuntos.
La soledad se siente, pero es lo que nos moviliza a intentar comunicarnos, que es lo que hacemos, por ejemplo, al escribir.
Abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias… Un abrazo también para ti.
Me gustaMe gusta